«Amar lo que es»

Cuando se tiene mucho de qué quejarse y poco en lo que estar de acuerdo es más «fácil» la comunicación. Bueno, no es fácil la comunicación, de hecho. Lo que es fácil es tener tema de conversación. Confieso que pude haber sido un poco así en el pasado (ouch). Si, está bien, quizás un mucho. En mi defensa, puedo decir que era lo que había, lo que conocía.

Ahora, después de terapia, un curso de desarrollo humano que me sugirió mi terapeuta y diversos libros del estilo, me he quedado sin quejas ni críticas. Bueno, aún siguen saliendo de vez en cuando, pero ya no les puedo hacer mucho caso, por mi bien. Al principio, cuando empecé a dejar de quejarme y criticar, me sentía vacía, sin contenido, sin voz, (qué feo).

La cosa es que ya no puedo apuntar hacia afuera sin apuntar hacia adentro, primero. Esto se vuelve mucho más emocionante. ¡Sí, leíste bien… emocionante! De esta forma, realmente puedo cambiar eso que me molesta, de lo que me quejo o aquello que critico porque es algo mío, no algo de alguien más. Fue doloroso reconocerlo al principio, pero ya que  empecé a practicarlo y a encontrarle «la maña», le voy agarrando el gusto. 

Ahora, así puede leerse una parte de mi conversación interior:

Enfocándome en lo de afuera: “ay, pero qué bárbaro, no ve que tiene qué comer mejor, hacer más ejercicio, cuidar su salud mental…”.

Si lo cambio de dirección, hacia adentro: Me empiezo a preguntar, -¿en verdad esa persona tiene que hacer todo eso que pienso? ¿Cómo estoy tan segura de que no lo hace? y después, tengo que invertir lo que estoy pensando.-

Respuesta 1: -No sé exactamente.

Respuesta 2: -No estoy segura de que no lo hace. No puedo estarlo.

Inversión: -Es probable (casi seguro) que yo sea la que tiene que comer mejor, hacer ejercicio y cuidar su salud mental. Y es verdad, si necesito hacerlo. Aunque ya lo haga en cierta medida, es verdad que tengo que seguir por ese camino.- 

“Juzgar al vecino”, como dice Byron Katie ya no es un deporte extremo peligroso, es un deporte de autoconocimiento. Ya no es nomás por criticar, sino que se vuelve una crítica con la conciencia de que “el vecino” es solo un vehículo para ver que hay en mi interior, en realidad. Si no es mío, no lo podré ver en otros. Pero si lo veo en otros, mmmmh.

Esa conversación interna de arriba, es apenas un pequeñísimo fragmento del ejercicio completo. Cuando he hecho «el trabajo» de Byron Katie, he llenado hojas enteras de juicios «a mi vecino», respuestas a las cuatro preguntas que propone, inversiones y reflexiones. Al final, esos juicios siempre se convierten en mis propias «áreas de oportunidad».

Si quieres saber más, te invito a leer el libro «Amar lo que es», de Byron Katie. 

Deja un comentario

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: