Círculos mágicos de mujeres

Cuando un grupo de mujeres se reúne a crear y vibran en la misma sintonía, el ambiente se llena de magia. Por eso, cuando Marcela Corral anunció que venía a Monterrey con su taller: “mi cuaderno, mi casa”, sabía que no me lo podía perder. Necesitaba llenarme de eso tan especial que se desprende de la energía femenina creadora.

Y gracias a Dios se abrieron unos lugares más en el grupo, porque debido a mis despistes y a que otras mujeres, que seguro ansiaban lo que yo, se llenó el cupo y me quedé fuera. Mis benditos roles de canela me salvaron. Un día recibí un mensaje de Marcela para ver si le podía llevar roles para el coffe break del curso. Fue ahí donde mi corazón se hizo pedacitos y se me reconstruyó al mismo tiempo. Primero, porque supe que ya no había espacio, pero luego, supe que igual y sí cabían más sillas. ¡Gracias, gracias, gracias, porque al final, sí me pude inscribir!

El taller fue ayer (domingo 18 de Septiembre), y todas mis expectativas fueron superadas. Asistimos alrededor de 20 mujeres. A ratos se escuchaba mucha plática. Pero lo sorprendente era que la mayoría del tiempo, el lugar permaneció en silencio. Yo no lo había notado, hasta que una de mis compañeras de mesa comentó sobre lo concentradas que estábamos trabajando. Impactante, 20 mujeres sentadas en mesas, con café a la mano y calladas. Creo que se llama “viaje al interior”, propiciado por preguntas y dinámicas que iba guiando Marcela. La iluminación iba llegando a través de recortes de revistas, stickers, washi tape y cartas que parecían haber sido hechizadas previamente. Marcela decía, vayan a las revistas y recorten cosas que les llamen especialmente la atención. Después, había que hacer un collage o una lista y todo resultaba en un autorretrato o los sueños más profundos de cada una de las presentes. ¡Má-gi-co!

No solo compartimos la mesa, las tijeras, las revistas, el pegamento y el tiempo. Nos adentramos en el mundo de cada una sin hablar y la atmósfera se sentía especial. Si pudiera describir el aire que se respiraba con un aroma, sería de jazmín, mi flor favorita. Había momentos de compartir algo de lo que habíamos escrito, a lo que habíamos llegado después de la búsqueda entre recortes y palabras que fluían desbordando emociones. Y en las palabras de mis compañeras, podía complementar mi proceso. Algo que se me había escapado, algo que alguien más había sabido expresar mejor que yo. ¡Má-gi-co!

Salí de ahí casi levitando, con algunas respuestas, pero muchas más preguntas que me ayudan a construir mi nueva vida. Una nueva vida que incluye todo lo de mi vieja vida, por supuesto. Una nueva vida en la que puedo ver todo con nuevos ojos, ojos más abiertos, más amorosos, más vivos. Lo mismo, pero más bonito. Porque entre más bonito sea mi interior, más bonito será mi exterior.

*Esta última foto, es de una libreta maravillosa que me regaló Marcela. Las tendrá a la venta en su tienda en línea. De verdad están preciosas. Las portadas son sus ilustraciones y las líneas para escribir me encantaron, son justo como más me gustan.

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