Hoy les traigo una receta que me encanta. Sobre todo en este tiempo de calorcito sabrosón.
Tengo una menta en mi patio que esta vez ha sobrevivido desde el año pasado y cada vez que puedo, la uso para cocinar o para adornar mis fotos. Había batallado para que me duraran las plantitas de menta, pero esta se ha adaptado súper bien. Tanto la plantita al lugar, como yo a la plantita. Y es que la última vez que intenté tener una fue cuando me regresé a vivir a donde vivo ahorita y siento que apenas nos estábamos adaptando a la nueva logística de vivir lejos, que a lo último que le prestaba atención era a las nuevas aromáticas que había puesto afuera de la cocina.
Por eso soy de la idea de que los cambios hay que hacerlos, pero de uno por uno. Si ponemos atención, todo lo que vivimos nos puede enseñar algo. Como aquella vez, en la que iba llegando a esta casa de nuevo. Ya había vivido aquí, pero un tiempo nos mudamos a «la ciudad» para estar más cerca de todo. Cuando decidimos regresarnos a «lo rural» (así le dicen mis hijos a vivir fuera de la ciudad, gracias a los libros de la SEP, jaja), no lo sentí como un gran cambio porque era algo ya conocido. Sin embargo, debí de habérmelo tomado con más calma. Las rutinas sí que habían sufrido cambios y además del cambio de casa, mi hija mayor había cambiado de primaria a secundaria. Eran nuevas rutinas, nuevos horarios, nuevas hormonas por todos lados. Después de 4 años, no éramos las mismas personas regresando a casa.
La tierra de mi huerto se había empobrecido, creo. Al regresar quise volver a sembrar como si el tiempo se hubiera detenido y continuáramos en donde nos habíamos quedado. Sin embargo, algo había cambiado, quizás las bacterias que habíamos logrado cultivar en la tierra se habían ido. Había que empezar de nuevo. Y aquí estoy, dos años después, feliz porque mi planta de menta sigue viva. Es una señal de que ya nos estamos adaptado de nuevo. Se respira un poco de equilibrio una que otra vez ya más seguido.
Pero bueno, ya me fui. Mejor les dejo la receta de una vez, porque si no, aquí puedo quedarme el resto de la mañana platicando. Y sí quisiera, pero hoy tengo grabación de recetas. No tardan en llegar los muchachos, así es que a darle.

LIMONADA CON PEPINO Y UN TOQUE DE MENTA
Ingredientes
- 2 litros de agua
- 7 limones
- 10 hojitas de menta
- 1 pepino
- 1/4 taza de azúcar mascabado
Procedimiento
- Coloca 1 taza de agua en una ollita, junto con las hojas de menta y el azúcar mascabado. Calienta hasta que el azúcar se disuelva. Retira del fuego y deja enfriar la mezcla. No le saques aún las hojitas de menta, deja que se sigan infusionando.
- Mientras, licúa el pepino entero con el resto del agua. Cuela el agua de pepino y ponla en una jarra.
- Exprime los limones y ponlos en la jarra con el agua de pepino. Revuelve muy bien.
- Cuando el té de menta esté frío, agrégalo a la jarra. Puedes enfriarlo en el refrigerador.
- Sirve con hielos o bien fría, directo del refrigerador.
Listo, ya quedó la receta :). Si la hacen, me comparten foto. En Instagram estoy como @delicioushomemx y en facebook como Delicious Home.
Espero que tengan un hermoso día.

4 respuestas a “Limonada con Pepino y un toque de Menta”
Hola! ¿le dejas la cáscara al pepino?
A veces sí y a veces no. No le cambia mucho el sabor, pero el color creo que se ve más bonito si se la dejo :).
Que rico!!! Hoy la haré para acompañar nuestra comida, muchas gracias :))
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