¿Cómo usar mi celular, sin abusar?

Este post me ha dado vueltas en la cabeza por mucho tiempo. No sabía si escribirlo o no por aquí. Ya saben, porque mi blog se ha convertido principalmente en un blog de cocina. Pero luego pienso que si no es aquí, ¿en dónde? Y si lo pienso bien, eso es lo que en realidad hacía desde el principio, compartir cosas en su mayoría de la cocina, porque me encanta, pero también de la casa y la familia en general. Porque un hogar no solo se construye en la cocina, ¿o si?

Y precisamente por eso quiero escribir sobre lo que a mi me ha servido hacer para que el celular no se convierta en un obstáculo para seguir disfrutando de mi vida familiar. Y es que he visto casos en los que el celular, ipads y demás dispositivos electrónicos se han convertido en la mejor compañía en la mesa. Uno para cada miembro de la familia, por supuesto.

Claro que esto que les contaré no solo lo escribo como crítica. Fueron lecciones que me sirvieron para hacer una pausa y ver hacia donde no me quería dirigir. Porque no soy quien para tirar la primera piedra y a mi también me dijo algún día uno de mis hijos: «¡Mamá, ya deja de facebookear!» (Se me congeló el ❤ por un momento en ese momento).

3 casos de estudio para mejorar mi propia actitud:

  1. Un día cenando en un restaurante estaba una familia en la mesa de a lado: Mamá pegada al celular, papá presente, hijo menor de unos 15 años pegado al celular y el hijo mayor, de unos 18 años presente. El hijo mayor estaba platicándole a su mamá y a su papá sobre la carrera que quería elegir. Supongo que estaba terminando la prepa. Todo lo que decía se escuchaba lleno de pasión. Realmente estaba emocionado contándoles las opciones que estaba considerando. El papá, muy interesado en la plática le daba consejos y se emocionaba junto con él. La mamá solo decía que sí a todo, sin dejar de ver el celular.
  2. Otro día, comiendo en un restaurante, jeje. Otra familia en otra mesa cerca de la nuestra. Mamá pegada al celular, dos hijos, niña y niño, de unos 3-5 años, papá presente. Uno de los niños le hablaba a su mamá, el papá contestaba por ella, pero el niño insistía en hablar con su mamá. Ya saben, ese «mamá, mamá, mamá, mamá…» que no terminará hasta que no haya una reacción de la persona en cuestión. Después de varios «mamá», la mamá avienta el celular en la mesa y grita en pleno restaurante: «¿Qué quieres? ¿No ves que estoy ocupada?» Creo que cuando estamos en el celular perdemos un poco la noción de nuestras propias reacciones, (me ha pasado).
  3. Esta vez fue desayunando en el restaurante de un hotel en unas vacaciones. En la mesa a ladito de nosotros estaban una mamá presente, un papá pegado al celular, dos hijas de unos 5-7 años pegadas al ipad, uno para cada una. La mamá le daba de comer en la boca a las niñas. No hubo ninguna conversación en esa mesa. Cuando los platos estuvieron vacíos, todos se levantaron sin dejar de ver lo que veían y se fueron.

Cuando empecé a sentir que el celular empezaba a ocupar mucho tiempo de mi vida decidí ponerme las siguientes reglas.

  1. But first, ¡coffee! Un día me di cuenta de que me estaba despertando más temprano, pero levantando mucho más tarde de mi cama, porque me ponía a ver mi celular. Estaba perdiendo como 40 minutos de mi valioso tiempo de la mañana o de buen sueño por estar en el celular. Así que surgió esta regla, me tenía que levantar y al menos tomarme un café antes de poder ponerme a facebookear o instagramear. 
  2. Nunca en la mesa. Si, confieso que a veces, quizá muchas más veces que la persona promedio, le tomo fotos a lo que como. Pero una vez sentada a la mesa, lista para disfrutar de mis alimentos y en especial si estoy acompañada, el celular no está invitado.
  3. Ni en la cama. En esta estoy trabajando todavía. Cuando mi esposo está viendo algún partido y ya estamos tirados en la cama después de todo el día de ir y venir, limpiar, hacer de cenar, pasar ropa a la secadora, etc., pues me pongo a ver el celular. Solo en esas ocasiones me lo estaba permitiendo, pero me di cuenta de que a veces mi esposo terminaba de ver su partido y sigo picada en Instagram. Así que decidí que mejor leería o vería el partido también en lugar de usar el celular. Me cuesta un poco porque siento que es tiempo libre y que no estoy afectando a nadie, pero si prefiero hacer algo más provechoso cuando llego a tener tiempo libre :).
  4. La anterior incluye sobre todo las noches de insomnio. Es impresionante el tiempo que me quedaba despierta con la excusa de que no podía dormir pero viendo el celular. Si no puedo dormir, lo peor que puedo hacer es prender mi celular, porque entonces menos lo conseguiré. Ahora lo que hago es que me levanto, camino un poco, le hecho ojo a los chamacos que están dormidos y me vuelvo a acostar. Leí que cuando no puedes dormir, sirve levantarse de la cama para reducir el tiempo que daremos vueltas ahí acostados. Si me ha servido. Además, creo que a mi inconsciente dejó de interesarle despertarse en las noches porque ahora sabe que solo conseguirá una caminata, jaja, y no algunas horas de diversión en las redes sociales.
  5. Prohibido en reuniones familiares y con amigos. Y en estas, no puedo evitar pensar: «Pues si todos están en el celular, ¿nomás un ratito?» Pero les prometo que siempre alguien baja el celular y se pone a platicar conmigo y poco a poco, los recuperamos a todos por la plática que se empieza a hacer. Es un buen ejercicio. Háganlo y me cuentan cómo les va ;).
  6. Nunca mientras manejo. Esta es por seguridad propia, de quienes van conmigo y de las demás personas que van en la calle. Yo vivo en las afueras de Monterrey y para ir a cualquier lado agarro un pedacito de carretera. Es muy preocupante ver la cantidad de personas que van zigzagueando a velocidades irregulares en plena carretera nacional por ir viendo el celular. El otro día conté como 15 personas manejando con el celular en sus manos y sobre el volante en mi camino a recoger a mis hijos de la escuela. Es muy fácil identificarlos si vengo atenta al camino, pero me sigue dando miedo que pierdan el control de pronto.

 

¿Cuándo uso mi celular?

  • Por las mañanas que me quedo sola y que es cuando trabajo por lo general. Porque al fin de cuentas, trabajo en el FB, en IG, aquí en el Blog y en mi escuela en línea.
  • En las noches, cuando mis hijos ya se durmieron, mi esposo no está en casa y tengo algún pendiente de los cursos en línea o simplemente para instagramear porque sí. Y es que si me gusta, jeje.
  • Mientras espero a mis hijos, estacionada en algún lugar o en el lugar que haya que esperar.
  • Hay momentos en los que mis hijos, mi esposo y yo también nos conectamos simultáneamente a los celulares y no convivimos conscientemente. Como por ejemplo, mientras esperamos en el aeropuerto varias horas, en algún momento en los viajes en carro o un fin de semana en el que ya cumplimos con el mundo real lo mejor posible. Pero siempre trato de no reaccionar mal ante lo que pueda pasar alrededor, en caso de una pelea entre mis hijos o una llamada de «mamá, mamá, mamá…» o cualquier cosa que me quiera desconectar abruptamente de mi momento tan reconfortante en el ciberespacio.
  • En el carro, pero para escuchar un podcast. Este es un buen remedio a revisar el celular mientras manejas, porque está tan interesante lo que estás escuchando que mejor dejas el aparato en su lugar o pierdes el hilo. Eso sí, el podcast lo busco y lo pongo mientras estoy estacionada.

Y bueno, ya me tengo que ir a ser mamá de nuevo :).

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