No subestimes el poder de una caricia

«Two often we underestimate the power of a touch, a smile, a kind word, a listening ear, an honest compliment, or the smallest act of caring.» -Sarah IG @caffeine_and_carbs

Les voy a contar una pequeña historia que pasó hace como 2 años. Es un momento que recuerdo con mucho cariño y que me dejó una gran lección.

Era la graduación de primaria de mi hija mayor. Tuvimos un día muy agitado; entrega de papeles, misa, comida, fiesta. Con la emoción y el montón de cosas por hacer, a mi hija se le olvidó comer. Así que cuando estuvieron disponibles los primeros postres de la mesa fue por varios de ellos sin pensarlo. La consecuencia: dolor de estómago insoportable. Se acabó la diversión, no más alberca, no más juegos, nada.

Y ahí estábamos las dos sin saber qué hacer. Sofía sentada conmigo, doblada del dolor, pero ninguna de las dos nos queríamos ir de la fiesta. Por suerte estaba mi amiga Ale a un lado. Cuando vio la situación sacó de su bolsa mágica el botiquín de aceites esenciales, preparó una cápsula con unas cuantas gotas, puso otras en un vaso con agua y le entregó un botecito de aceite a mi hija. Las indicaciones: tómate esta cápsula con esa agua con aceite y después te vas al baño y te sobas la panza con esto otro. Con palabras muy cariñosas.

Sofía regresó del baño con una sonrisa de oreja a oreja y me dijo: «Mamá, mi tía Ale es bruja. Ya no me duele.» y se fue a jugar. Yo no lo podía creer, Ale sí.

Aún muy sorprendida me quedé platicado con Ale quien es fan de los aceites y tiene su red de bienestar y toda la cosa. Después de ver eso y de otros eventos futuros en los que los aceites aliviaron cosas en mis hijos, creo que también me volví fan (aunque aún no tengo mi kit de inicio, jeje, pero tengo buenas amigas que me suministran cuando he necesitado).

Pero lo más importante de lo que platicamos ese día y que aprendí es que lo más poderoso en ese momento fue el hecho de ponerle atención a lo que sentía Sofía. Voltear a verla, empatizar con ella, con su dolor, hacerle saber que no estaba sola. El hecho de que ella participara en su mejoría dándose un pequeño masaje con un aceite que además olía delicioso. Ese contacto propio creo que despertó las ganas de aliviarse. Los abrazos que le dimos de diferentes formas, las palabras amorosas que Ale propició con su paciencia y la seguridad de que en esa bolsa tenía la solución.

Cada que pasa algo similar recuerdo ese momento y trato de poner mi actitud zen, de respirar y de transmitir seguridad y amor al otro. Las caricias son muy importantes. No hay que subestimar su poder, el contacto piel con piel puede ser maravilloso. El hecho de que el otro se sienta atendido, querido, escuchado, cuidado, apreciado.

Bonito Viernes!

Ana

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