Esto nos pasó a mi hijito más pequeño y a mí hace unos días que andábamos de vacaciones. Nos fuimos de crucero con toda la familia … Tooooooda la familia! Abuelos, tíos, primos, etc. En otro post les contaré de la experiencia :). Fue mi primera vez viajando en uno!
La cosa es que ahí adentro había hasta pista para patinar sobre hielo. Sí, es impresionante toda la ingeniería que debe de haber detrás de los cruceros! No siempre se podía patinar ahí, pero el día que se pudo, por supuesto que yo quería ir. Mi hijo de 11 años se apuntó al instante y mi hija de 13 aunque quería no pudo porque se lastimó una rodilla un poco antes y le dolía mucho como para patinar :(. Y para mi gran sorpresa el de 5 se animó también. Bueno, en realidad no me sorprende tanto, porque es muy aventurero como sus hermanos mayores. Sin embargo, por su edad y estatura (sobre todo la estatura) hubieron muchas cosas que no pudo hacer durante el viaje.
Confieso que al principio no me entusiasmo tanto que sí pudiera entrar al patinadero. Mala madre! Disculpen, pero en verdad para ese día, el sexto, ya estaba agotada de estar cuidando niños toooodo el tiempo. Soy un poco estresada cuando hay albercas y mucha gente, y ahí, era de lo que más había. Si mi chiquito entraba conmigo, me tocaría cuidarlo mucho más porque no sabe patinar. Además, los patines tenían una navaja afiladísima con la que pude haber cortado las verduras para la comida fácilmente. Nada que ver con las navajas de los patines del Patinadero de San Pedro que ya desde que yo era niña estaban medio gastadas (ahora lo sé, jeje).
Y así empezamos, con una muy mala actitud de mi parte. Todo me parecía muy difícil porque ni siquiera afuera del hielo mi hijo se lograba sostener parado en los patines. Y vaya que eso no es tan difícil como querer equilibrarse en la pista, a los 5 años, sin experiencia previa y con tu mamá nerviosa detrás. Cuando entramos fue aún peor porque ni que fuera yo Adelina Sotnikova (google, no te acabes). Entre la inestabilidad de mi hijo en el hielo y la mía debimos de habernos visto muy chistosos y cero divertidos.
Yo no estaba disfrutando para nada el momento porque yo quería patinar (en la medida de mis posibilidades) y no estar cargando a mi hijo. ¡Egoísta! Sí, lo sé. Pero las mamás también necesitamos de nuestros momentos de diversión, ¿o no? Cuando mi frustración ya estaba hasta el tope, escuché que me dice mi hijo: «Creo que esto fue una mala idea.» ¡En ese momento, me congelé! El tampoco estaba pasando un buen rato y yo sólo estaba pensando en mí. Gracias a Dios mi hijo expresa verbalmente muchas cosas. Cuando logré descongelarme por su comentario le pedí que se detuviera un momento de la pared, patiné sola unos cuantos metros y regresé por él. Esos metros para mi sola me ayudaron a regresar con una mejor actitud.
Ahora que yo estaba mejor de ánimo, nuestra experiencia patinando juntos cambió totalmente. Mi hijo logró patinar sólo agarrándome de una mano. Después, el hermano mayor se unió a la diversión y patinamos los tres juntos. Tanto cambiaron las cosas por mi cambio de actitud, que de haber pensado que era una mala idea, mi hijo terminó pensando que patinar sobre hielo fue lo mejor de todo el viaje, la mejor idea de todas ;).
Gracias a Dios, ESTA VEZ LE PUDE DAR LA VUELTA A LA TORTILLA. Espero que esta experiencia me recuerde en otro momento, lo importante de cambiar de actitud hacia lo que se presenta. También me hace pensar que a veces podemos estar pasando un mal momento «gracias» a otra persona. En ese caso yo era la grinch que estaba esparciendo la mala vibra y gracias al comentario de mi hijo, pude recapacitar. Pero, ¿qué pasa cuando nosotros somos el receptor de las malas vibras, el «fumador pasivo«? No siempre lo podemos o queremos expresar, pero yo creo que darnos cuenta y hacer conciencia de que no somos nosotros, sino algo externo lo que afecta nuestra percepción de la experiencia puede ayudar mucho a ubicarnos y no dejarnos mal-influenciar para poder tomar mejor las cosas.
Espero que te ayude a ti también :).
Este es el dibujo que hizo de lo que más le gustó de las vacaciones ->
Ahí estamos los dos agarrados de las manos y el tercer personaje es mi hijo de 11 con músculos, jeje.
Con cariño, Ana.
**Si te gustó este post y crees que le pueda servir a alguien más leerlo, comparte ;).
10 respuestas a “¿Cómo hacer para que una mala idea se convierta en la mejor idea?”
Wooo gracias Ana por compartir tu experiencia.
:). Gracias por leer Laura! Saludos!
Estoy fría y congelada, pero no por la historia, sino por el ejemplo de lo que podemos como madres reflejar en nuestro día a día. Estoy anonadada porque sé que mi actitud refleja a mis hijos. Gracias por tu anécdota, por la reflexión… Hay días que me relajo y todo fluye, pero hay días tensos y ellos se tensan…
Lo más importante es reconocer esto, yo creo. Así, la próxima vez que nos cachemos tensándonos tendremos la posibilidad de parar. A veces de plano no se puede, pero en esos días, no hay que culparnos, somos humanas. Pero siempre sale de nuevo el sol y podemos empezar de nuevo. Saludos Pamela!
Gracias Ana, es verdad muchas veces solo pensamos en nosotros mismos, lo cual también está bien, pero perdemos de vista que con una mala actitud también nosotros la pasamos mal. Pero en la vida pasa muchas veces, lo interesante aquí y lo inteligente es darse cuanta a tiempo y como tú dices voltear la Tortilla. Saludos.
🙂 Exacto. Es humano caer en este tipo de situaciones, pero es bueno reconocer lo que nos hace pasar malos ratos para poder corregir el camino ;). Un abrazo Paty!
Que belleza Anita… gracias por compartir
:). Gracias Vanessa. Un placer 😉
Me ha encantado leerte. El ejemplo y la explicación ideales. Totalmente de acuerdo, tenemos que percibir qué es lo q nos esta quitando el buen humor o el entusiasmo en ese momento, frenarlo, y comvertirlo!!
Gracias por leer Adriana y por escribirme :). Me da mucho gusto que te haya gustado. Saludos!!!!