Ayer fue día de Taller de Cocina! Fue la primera vez que di uno para mamás con sus hijas :). La experiencia, me encantó! Y por los comentarios que recibí al final, a las asistentes también, tanto a las mamás, como a las pequeñas! Fue una experiencia muy enriquecedora. A pesar de que el taller duró 4 horas, tuvimos a niñas, desde los 2 años hasta los 11, muy participativas e interesadas en lo que hacían. Sólo hubo un momento, en el que ya habían terminado de cocinar que se pusieron a jugar escondidas. Por su propia iniciativa, no como parte del taller, jeje. Así son los niños, creativos todo el tiempo. Sin que les digamos que hacer, ellos lo encuentran.
Para ser el primero de este tipo, creo que nos fue bastante bien! Hay un par de cosas que ajustar, pero nada que no se pueda resolver. Siempre es así en los talleres. Trato de que todo salga perfecto. Para eso trabajo semanas antes, sobre todo, cuando es el primero. Creo que ya le voy agarrando la medida a esto. Me siento muy bien con los resultados después de cada taller. Sobre todo con la retroalimentación de quienes los viven junto conmigo. (Gracias por hacer esto posible a todos los que han asistido a alguno!).
Agradezco infinitamente a Dios por permitirme compartir lo que me apasiona con más personas. Y ahora, que esto vaya también a niñas y niños, que junto con sus mamás, papás, abuelitas, tías … descubren la magia que pueden hacer con unos pocos ingredientes, sin duda es un regalo para mí y un aprendizaje para toda la vida para ellos. Mi hija me acompaño en el taller, por supuesto. Y a pesar de que hubo un momento en el que sintió todo muy pesado y un poco agobiante porque no le salió una crepa cuando quiso ayudar a una mamá, por la tarde me contó que le gustó mucho la experiencia.
Creo que es una buena forma de enseñar cosas a nuestros hijos. Si ellos se involucran en lo que hacemos día a día. Ciertamente, hay trabajos o actividades que no lo permiten. Hasta momentos en los que necesitamos un respiro y hacer cosas solos. Un momento de adultos, por favor! Pero el resto del tiempo, siempre que se pueda, que nos vean haciendo lo que nos gusta y si quieren ayudar, pues adelante, que lo intenten. Las primeras veces quizá no lo hagan perfecto, batallen un poco o hasta se frustren. Puede ser desesperante para nosotros como adultos también. Pero siento que de esa forma los estamos preparando para la vida. Les mostramos cómo son las cosas en realidad. Y poco a poco lo irán haciendo mejor ;).
Pero no sólo que nos acompañen en lo que nos gusta y a ellos probablemente también les guste. Siento que muchas veces, preferimos que el hijo mejor no se asolee o que mejor se quede con sus primos o con su abuelita, para que no se aburra en ese lugar a donde tenemos que ir o haciendo algo que tenemos que hacer. Me ha pasado! Pero he pensado varias veces que así es la vida. No siempre se puede estar divertido, haciendo lo que nos gusta o en el clima perfecto. Tampoco los papás somos seres súper poderosos para convertir todas las situaciones en aptas para niños.
Yo recuerdo las veces que de niña me aburrí infinitamente en algún viaje en carro o en la boda de la tía con la música insoportablemente alta retumbando en mis oídos. Pero no había de otra, ahí teníamos que estar y aguantarnos hasta que los adultos lo decidieran. Ahora! Qué esperanzas! Viaja uno en carro y hay que llevar un sin fin de aparatos para que los hijos no se aburran, que se desconecten del mundo. Ni siquiera se percatan de la belleza del paisaje, que aunque ahora no la aprecien, es algo que se debe de ver, en mi humilde opinión. Aunque sea aburrido!
Claro que la película en el camino es de gran ayuda para que los papás no queramos detenernos a media carretera y bajarlos, jajaja (es broma!!!! un mal pensamiento fugaz, jaja). Y qué tal para evitar la pregunta del millón, (porque se puede llegar a repetir un millón de veces); «Ya mero llegamos?». Pero 6 horas de películas y videojuegos! Cero conversación, cero preguntas, cero siestas. Ha estado a punto de pasarme también! Y cuando me doy cuenta de que tampoco se trata de eso, mando apagar todo. Un poco del «back to the basics» en estos momentos tampoco creo que le haga daño a nadie, jeje.
Enfrentar a los niños al aburrimiento, en el que tendrán que pensar en algo forzosamente (lo que sea), interactuar con los de a lado (los hermanos), ver alguna nube y hasta quedarse dormidos es algo que tiene que pasar en algún momento. Creo que es una forma de enseñarlos a manejar la frustración. No siempre pueden tener lo que quieren o estar en el mejor ambiente. Algún día tendrán que enfrentarse a eso y qué mejor que sepan que existe, cómo manejarlo y que estemos ahí para ayudarlos. Aunque nos cueste un poco más de trabajo a los papás. Si no, cuando nos saldrán canas, jaja?
Bueno, eso es algo que se me ocurre. Y ya me salí demasiado del tema, como otras veces. Mejor les dejo algunas fotos que tomé ayer en el taller. No alcancé a tomar cuando estábamos en plena acción, porque tuvimos mucho trabajo cocinando crepas, pizza, haciendo helados, crema de cacahuate y un delicioso ganache de chocolate que acompañó a las crepas junto con algo de plátano en la degustación. Uffff!
GRACIAS A TODAS por ser parte de la hermosa mañana de ayer!
** No hagan caso a mis horripilantes fuegos que me salieron una semana antes :s. Véanme a los ojos, jajaj. Ni esos podían quitarme la emoción por dar este taller.
Gracias especiales a Kitchen Aid por prestarnos su hermosa cocina para llevar a cabo el taller :).
Nuestros mandiles son de Yellow Hellow.
La harina 100% Integral que usamos para hacer las pizzas es de Pueblo Orgánico.
2 respuestas a “Día de Taller. Para pasar un buen rato con los hijos.”
que lindo! se nota que la pasaron increíble!
Si Karen! Estuvo muy padre :). Gracias! Un abrazo hasta Perú!