De esos días en los que parece ir todo muy bien, te levantas llena de energía, vas a correr sin rajarte a las 8am como quedaste con tu prima un día antes (después de todo el show de la mañana y de dejar niños en la escuela). Vas y das tu clase de vivero, muy contenta. Regresas a tu casa, y te das cuenta de que el billete que traías en la bolsa de atrás del pantalón de ayer NO ESTÁ! Y lo buscas, por todos lados donde se pudo haber caído o en donde lo pudiste haber guardado y sigue sin aparecer.
Y entonces, todo empieza a salir mal. Empiezas a ver todo con malos ojos. Hasta la sopa se te quema! A punto de la histeria total.
De pronto, dejas ir el dinero que se perdió. Así, sin más. Porque no hay nada más que puedas hacer, ya lo buscaste por todas partes. Y las cosas empiezan a mejorar. La sopa, pues ya ni modo, también la dejamos ir. Y entonces, ya con una mejor cara, hasta ensalada de pepino con tomate y crema de brócoli salen al rescate, de lo que sobró de la comida de un día antes :).
Pero estoy segura, que al cambiar mi actitud cambió todo. De mal humor, no habría ni siquiera visto que había comida para recalentar en el refrigerador. Me habría quedado en el enojo. Uffff! Qué importante es reaccionar.
Y para cerrar con broche de oro, que me acuerdo que tenía otro pantalón en donde puse el dinero y no en el último que me quité ayer. Había andado a las carreras todo el día y me tuve que cambiar, pero no me acordaba de eso. Y sí, el dinero estaba ahí :D, en el otro pantalón!!!! De lo de andar a las carreras, luego hablamos :s. No creo que esté nada padre tampoco.
Les dejo una fotito de algo que me ayudó a cambiar de actitud. Un regalo, sin duda :).