Buenas Noches! Me despido por hoy con esta imagen de una fruta medio exótica, para mí, por su forma y porque no es de las más comunes.

Me gusta que mis hijos experimenten probando nuevas cosas, por raras que parezcan. Por eso, me gusta que me acompañen al súper. Aunque para que eso suceda, debo decir, que mi esposo tiene que ir con nosotros últimamente. Con lo inquieto que andan, declaro que necesito más manos y ojos para salir con ellos.

Ya me salí del tema, ja! A lo que voy, es que me gusta que vayan conmigo, para que ellos vean las opciones tan variadas que podemos encontrar y que nazca de ellos querer llevarse frutas diferentes a casa.

El RAMBUTÁN o lichi (así se le conoce en otras partes, aunque ají el lichi no tiene pelitos), ya lo conocíamos, gracias a mi querida comadre Yadira. Ella nos lo presentó. Y desde entonces, cuando lo vemos en el súper, nos llevamos unos pocos. Son tan raros, que no sé si me los habría llevado, por más aventurera que trato de ser con eso de introducir cosas nuevas, jeje. Pero créanme cuando les digo que si se los topan por ahí, se los lleve a su casa .

Para abrirlos, yo utilizo un cuchillo y les corto sólo la «cáscara». Un corte alrededor de la fruta, sin ser muy profundo. Y cuando alguien los prueba aquí en mi casa, siempre les advierto de la semilla, que es un poco grande, para que no le muerdan tan fuerte y se vayan a llevar una sorpresa. El sabor es como el de una uva sin piel, más o menos. Son realmente ricos! Te invito a que les des una oportunidad .